Sigue los pasos del Flaco: De Cartero a Técnico de Fútbol
Capítulo 4 - El Día de la Bombonera
Pasaron meses. El Flaco se hizo arquero titular de su equipo de barrio. Una tarde, Gatti lo llamó. "Te espero mañana en la Bombonera, Flaco. Hoy no venís a mirar".
No entendió hasta llegar. Hugo le dio unos guantes gastados y lo hizo entrar a la cancha vacía. El cemento dormía, pero el césped olía a gloria y sudor seco.
—Atajame diez penales —le dijo el Loco—. Si atajás cinco, te regalo estos guantes.
El Flaco se paró bajo los palos. Hugo, con jeans y botines sin cordones, pateaba como si fuera la final de un Superclásico. El eco de cada tiro se perdía en la inmensidad de la tribuna vacía.
Atajó el primero, volando a la izquierda. Erró los dos siguientes. Se limpió la cara embarrada y respiró hondo. Recordó la Bombonera llena, su corazón desbocado aquella vez. Saltó al cuarto tiro, lo rozó. El quinto lo adivinó, se lanzó como si volara. Cinco atajadas. Los guantes eran suyos.
Gatti lo abrazó, transpirado y feliz como un pibe. "No te olvides nunca, Flaco. Para ser arquero hay que estar un poco loco".