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¿Entregará Ricardo su amor? Un autógrafo puede cambiarlo todo

5. La carta entregada (y un nuevo comienzo)

Ricardo pedaleó de vuelta a su casa, con la foto autografiada de Julio Iglesias guardada como un tesoro. No sabía cómo iba a entregarle el regalo a Elena, pero estaba decidido a hacerlo de la manera más especial posible.

Decidió escribirle una carta. No una de esas cartas que nunca enviaba, sino una carta de verdad, una confesión abierta y sincera de sus sentimientos. Le contó cómo se había enamorado de ella, cómo le temblaban las manos cada vez que la veía, cómo soñaba con pasar el resto de su vida a su lado.

Le explicó que había conseguido el autógrafo de Julio Iglesias para hacerla feliz, para demostrarle que era capaz de hacer cualquier cosa por ella. Le dijo que no esperaba nada a cambio, que solo quería que supiera la verdad.

Esa noche, después de cenar, Ricardo se dirigió a la casa de Elena. Dejó la carta y la foto autografiada en el buzón, y luego se alejó sigilosamente.

Al día siguiente, mientras entregaba la correspondencia en la calle Moreno, vio a Elena salir de su casa. Tenía la foto de Julio Iglesias en la mano y una sonrisa radiante en el rostro. Se acercó a Ricardo y le dijo: 'Gracias, Ricardo. No sé qué decir'.

Ricardo sintió que el corazón le daba un vuelco. 'No tienes que decir nada', respondió. 'Solo quería que supieras la verdad'.

Elena se acercó a él y le besó la mejilla. 'Yo también tengo algo que decirte', le dijo. 'Siempre me has gustado, Ricardo. Pero nunca me atreví a decírtelo'.

Ricardo sintió que el mundo se detenía por un instante. Había esperado tanto tiempo para escuchar esas palabras, que le costaba creer que fueran reales. '¿De verdad?', preguntó con la voz apenas audible.

Elena asintió con la cabeza. 'De verdad'.

A partir de ese día, Ricardo y Elena comenzaron a salir juntos. Paseaban por la plaza, tomaban café en el bar de la esquina, iban al cine los sábados por la noche. Descubrieron que tenían muchas cosas en común, que se complementaban a la perfección.

Ricardo dejó de ser el cartero silencioso y reservado. Se convirtió en un hombre feliz y seguro de sí mismo. Elena lo amaba tal como era, con sus defectos y sus virtudes.

Y así, gracias a un autógrafo de Julio Iglesias y a una carta de amor, Ricardo Andrada, el cartero de Pergamino, encontró la felicidad que tanto había buscado.

Años después, con la democracia restaurada, Ricardo y Elena recordaban aquella aventura con una sonrisa. La foto de Julio Iglesias, firmada y dedicada, ocupaba un lugar especial en el salón de su casa. Era el símbolo de un amor que había nacido en tiempos difíciles, pero que había logrado florecer contra todo pronóstico.

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