La Carta de Amor que Unió Dos Países en Bernardo de Irigoyen
Capítulo 6: La Boda que Unió Dos Pueblos
La noticia del compromiso entre Eduardo e Isabella se extendió por ambos lados de la frontera como reguero de pólvora. En Bernardo de Irigoyen y Dionísio Cerqueira, la historia del amor que había florecido gracias a las cartas se había convertido en leyenda local. Los vecinos de ambos pueblos comenzaron a planear algo que no había ocurrido jamás: una boda binacional.
Don Ramón y José da Silva se habían autoproclamado organizadores principales del evento. "Estos chicos se merecen algo especial", decía don Ramón mientras coordinaba con las autoridades de ambos países. "Su amor ha demostrado que somos un solo pueblo dividido por una línea imaginaria."
La ceremonia se planificó para realizarse exactamente en el límite fronterizo, en la plaza donde se habían encontrado por primera vez. El padre Miguel, de la iglesia argentina, y el padre João, de la iglesia brasileña, acordaron oficiar juntos la ceremonia. Sería la primera boda internacional de la historia de ambos pueblos.
Isabella pasó semanas preparando su vestido con la ayuda de las mujeres de ambos lados. Doña Carmen, la panadera argentina, insistió en hacer el pan dulce para la celebración, mientras que la señora Santos, del lado brasileño, preparó la traditional feijoada. La música estaría a cargo de la orquesta binacional que Eduardo había logrado formar, inspirado por su amor por Isabella.
La mañana del 15 de diciembre, un verano radiante acompañó los preparativos. Las calles de ambos pueblos estaban decoradas con banderas argentinas y brasileñas, y el aroma de las flores de jacarandá llenaba el aire. Don Ramón se había puesto su mejor traje, el mismo que había usado en su propia boda treinta años atrás.
Isabella llegó al altar caminando desde el lado brasileño, acompañada por su padre y seguida por un cortejo de niños de ambos países que esparcían pétalos de rosas. Su vestido blanco brillaba bajo el sol, y el velo ondeaba suavemente con la brisa fronteriza. Eduardo la esperaba del lado argentino, con lágrimas en los ojos y una sonrisa que no cabía en su rostro.
"Queridos hermanos de Argentina y Brasil", comenzó el padre Miguel, "hoy somos testigos de algo extraordinario. Eduardo e Isabella han elegido unir sus vidas exactamente donde nuestros países se encuentran, demostrando que el amor verdadero no conoce fronteras."
El padre João continuó en portugués: "Este casamento simboliza la unión de dos culturas, dos idiomas, dos corazones que se encontraron gracias a la fe y la perseverancia. Que su amor sea ejemplo para todos nosotros."
Cuando llegó el momento de los votos, Eduardo tomó las manos de Isabella y habló en ambos idiomas: "Isabella, prometo amarte más allá de las fronteras, más allá de las diferencias. Prometo que nuestro hogar será un lugar donde Argentina y Brasil se abracen todos los días."
Isabella, con voz emocionada, respondió: "Eduardo, mi amor, prometo ser tu compañera en esta aventura binacional. Prometo que nuestros hijos crecerán sabiendo que el mundo es más grande cuando el corazón no tiene límites."
Cuando se dieron el beso de casados, exactamente sobre la línea fronteriza, los asistentes de ambos países estallaron en aplausos. Don Ramón y José da Silva se abrazaron llorando, orgullosos de haber sido los cupidos de esta historia extraordinaria.
La celebración duró hasta altas horas de la madrugada, con música, baile y comida de ambos países. Eduardo y Isabella bailaron su primer baile como esposos al son de un tango argentino y una bossa nova brasileña, fusionados en una melodía única que Eduardo había compuesto especialmente para la ocasión.
Años después, cuando la historia se contaba en ambos pueblos, siempre se recordaba que todo había comenzado con una simple carta de amor y dos carteros que creyeron en el poder del corazón para unir lo que los mapas habían dividido.