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El Cartero que Salvó Corazones en Tiempos de Pandemia

4. La Red de Solidaridad

La noticia se extendió por el barrio como el aroma del pan recién horneado. En una semana, Carlos había recibido pedidos de ayuda de quince adultos mayores diferentes. Don Rogelio necesitaba medicamentos para la diabetes, la señora Antonia requería alimentos porque su pensión no le alcanzaba, y don Miguel solicitaba ayuda para comunicarse con su hija que vivía en España.

"Esto se está volviendo más grande de lo que puedo manejar solo", le confesó Carlos a María Elena mientras organizaba una lista de pedidos en la mesa de la cocina.

"¿Y si no estás solo?", respondió su esposa, "¿qué pasa si otras personas quieren ayudar también?"

La idea germinó esa misma noche. Carlos comenzó a hablar con comerciantes, vecinos y otros empleados del correo. La respuesta fue abrumadora: todos querían contribuir, pero no sabían cómo.

El almacén de don Raúl fue el primero en sumarse. "Carlos, yo puedo donar una bolsa de alimentos semanalmente", dijo el comerciante, "y si me das la lista de lo que necesitan, puedo conseguir precios especiales".

La farmacia del barrio implementó un sistema de entrega gratuita para adultos mayores. El panadero comenzó a apartar pan fresco para las personas que Carlos atendía. Incluso la veterinaria del barrio se ofreció para cuidar a las mascotas de los adultos mayores que no podían salir.

Pero fue la señora Antonia quien le dio a Carlos la idea más importante. "¿Sabés qué es lo que más extraño?", le dijo un día, "no son solo las cosas que necesito... es tener alguien con quien hablar".

Carlos comenzó a quedarse unos minutos más en cada casa. Escuchaba historias de juventud, anécdotas de la Oberá de otros tiempos, preocupaciones sobre familiares lejanos. Se convirtió en confidente, en el oído que escuchaba y la voz que consolaba.

"Doña Esperanza me contó que conoció a su esposo en el baile del Club Atlético", le contó Carlos a su esposa, "y don Rogelio me dijo que él fue quien plantó el jacarandá que está en la plaza".

"Estás haciendo algo muy importante", le dijo María Elena, "no solo les estás llevando cosas... les estás devolviendo la dignidad de ser escuchados".

Una tarde, mientras Carlos terminaba su ruta extendida, se encontró con el intendente de la ciudad. "Carlos", le dijo el funcionario, "me llegaron comentarios sobre lo que estás haciendo. La gente habla de vos como 'el cartero que salvó el barrio'".

Carlos se sintió incómodo con el elogio. "Solo hago mi trabajo", respondió.

"No, Carlos. Vos estás haciendo mucho más que tu trabajo. Estás demostrando que en tiempos difíciles, los héroes no usan capa... usan uniforme de cartero".

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